jueves, junio 01, 2006

EL CHILE REAL,


Estos últimos tres meses muestran con claridad el carácter de nuestro ejemplar “sistema democrático”, que en realidad es una democracia del capital financiero, con altísimos niveles de concentración de poder político y económico entre unos pocos que se encuentran en la cúspide, y los sectores explotados, cuyo trabajo permite que esta clase en el poder practique “su” democracia.
En este lapso hemos visto el comportamiento del bloque dominante a la hora de proteger sus privilegios, que cuando percibe que éstos -específicamente los estratégicos o de largo plazo- son amenazados en forma real o potencial, es capaz de actuar en forma homogénea, unido tras esos intereses comunes olvidando posibles rencillas internas secundarias por cuotas de poder, pero pasado el peligro principal, y cuando se trata de disputar dentro de sí el poder y la conducción del modelo y el sistema, este bloque es capaz de las más intrincadas maniobras y aparentemente devorarse a sí mismo en intrigas palaciegas. Pero hay algo que es transversal a todo lo demás, y es la impunidad, el poder corruptor y manipulador del dinero, y la propiedad concentrada, fenómeno que inició la dictadura en forma sistemática y que hoy permanece así como tantas otras de sus “creaciones”

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